martes, 2 de noviembre de 2010

Rachas


Entendemos por rachas a un período corto de buena o mala suerte. Cuando son buenas nos sentimos imparables, eufóricos, con ganas de más y seguir ese camino en el que los logros no dejan de caernos de todas partes. Cuando son negativas, un vendaval de malos ratos asola sin descanso y hasta llegamos a creer que nuestra sombra complota contra nosotros.

Tanto el bienestar y la desgracia hay que tomarlos con calma, porque como dice la sabiduría popular: “la debilidad no es permanente, no hay que abatirse. La fuerza no es permanente, no hay que confiarse”. Cuánto daríamos por tener una racha positiva larga, muchas veces decimos. Pues bien, las rachas no vienen o se van como cuando se juega a los dados.

Impases podemos tener a diario. Encontrarle un ángulo distinto para poder entender lo que pasa puede ayudar mucho. A veces pensamos que es más fácil romper el cemento sobre el que caminamos que una mala racha. Al contrario, es más fácil romper una mala actitud que el cemento con sus propias manos, y es que el pesimismo acorta nuestra visión en la búsqueda de soluciones.

Según Rosabeth Moss Kanter, profesora de Harvard y ex editora del Harvard Business Review, las personas trabajan con dos círculos:

• El círculo virtuoso llega a cada reto cargado de energía y alimentándose de cada logro y, por lo mismo, hace más sencillo el logro que sigue. El resultado: más confianza.

• El círculo vicioso llega a cada reto cargado de energía negativa y alimentándose de cada fracaso y, por ello, hace más sencillo el próximo fracaso. El resultado: menos confianza.

Definitivamente, a todos nos conviene desarrollar el círculo positivo. Entonces, si se le presenta una dificultad, sea honesto y plantee superarla de una manera realista. Enfréntela con valor, no se desanime y busque apoyo para poder enfrentarla.
¡Éxitos!

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