miércoles, 15 de diciembre de 2010

Calculadora profesional

El mercado laboral es implacable: se renueva constantemente, exige, demanda y deja de lado a profesionales con una historia, con ganas de trabajar y de aplicar sus conocimientos y experiencias adquiridas durante su vida. Las experiencias laborales, los estudios, las recomendaciones, la actitud y la flexibilidad cuentan a la hora de evaluar a un profesional. A todo lo antes mencionado, le sumamos el ser oportuno, es decir, crear o aprovechar una oportunidad.  

Lo que necesita el mercado son profesionales con éxito comprobado, que no solo presenten pergaminos ostentosos, sino que resuelvan con pragmatismo y creatividad los desafíos que se planteen. Todo suma, cada experiencia laboral o académica (buena o mala) pasa a engrosar nuestra hoja de vida, y todavía hay espacio para seguir llenándola hasta que se tome la decisión de no hacerlo más.

Hoy los jóvenes egresan de un centro de estudios con una media de 22 años, dispuestos a comerse el mundo. Las primeras impresiones son duras, los golpes con los que aprenden los curten para tomar decisiones y enfrentar el cambio. Pasan los años y administran responsabilidades mayores. El éxito para enfrentarlas radica en sus experiencias acumuladas y la actitud (más que aptitud) para enfrentarlas.
Las exigencias son cada vez mayores y la capacitación es una constante en todas las profesiones, si no se quiere caer en la obsolescencia. Los que tienen hambre de crecer aprovechan el tiempo al máximo.
Hacer un balance cada cierto período de lo que se ha vivido es un ejercicio provechoso, ya que gracias a éste vamos a ver situaciones o actitudes que podemos mejorar. Esta evaluación no es para nada fácil. En ella analizaremos situaciones incómodas que revelan que nos falta crecer y que necesitamos aprender de ellas en vez de mandarlas al baúl del olvido.

Todo suma para determinar el nivel y el crecimiento de un profesional. Pero el resultado se ve más allá de un currículum. Ser profesional en nuestro país es una inversión (de tiempo y dinero) de 5 años. Ser una persona íntegra que profese lo aprendido es una tarea de toda la vida.

martes, 7 de diciembre de 2010

Se busca proactivo

En una entrevista a Maurice Cheeks, uno de los más grandes robadores de balones de la NBA, le preguntaron ¿cuál era su secreto? Él respondió: anticipación.Una palabra que se usa a diario por jefes, supervisores, profesores universitarios, etc., es: proactividad. Pero… ¿qué es ser proactivo? Es hacer lo que hacía Cheeks: anticiparse a los hechos.

Puede sonar raro, y es que todos no poseemos una bola de cristal o el don de predecir el futuro, pero no es necesario tener poderes sobrenaturales para ser proactivo. Teniendo iniciativa y escuchando es posible desarrollar nuestra capacidad de ser proactivos.

Las empresas valoran a los empleados proactivos porque siempre están un paso adelante, proponiendo y trabajando, sin necesidad que una persona o superior lo esté presionando para que haga bien su labor. Y es que un trabajador proactivo siempre asume las responsabilidades con una actitud positiva, con ganas de hacer las cosas cada vez mejor.

Una actitud positiva frente a la vida es ser consciente que no sabemos todo y que podemos aprender de los demás. Entendamos que aprender (como ya lo mencionamos en un artículo anterior) es un proceso inevitable. En qué grado queremos hacerlo, depende de nuestras ganas.

El ser proactivo es más una actitud que una aptitud. Los hábitos se convierten en actitudes al practicarse constantemente. Perseverar es la clave.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Utopía

La utopía es un mundo idealizado al cual aspiramos. Es también un libro escrito en el siglo XVI por Tomás Moro. Los políticos y empresarios, para vender(se) prometen contribuir a la formación de un mundo ideal. Sus discursos están cargados de buenas intenciones, promesas, frases edulcoradas para que caigan bien en la población.

Todos queremos vivir en un mundo justo, donde podamos tener realmente una buena calidad de vida; donde el trabajo que realicemos nos sirva para vivir y no para sobrevivir; un mundo donde las empresas asuman su responsabilidad social y velen realmente por los intereses de su gente; donde el trabajador se sienta satisfecho e identificado con lo que hace; donde se le brinden las facilidades para crecer como profesional y persona. En el mundo real hay pocas empresas que velan por todo lo antes mencionado.

Sería excelente q las empresas entiendan que un largo horario laboral no implica una mayor producción, que se preocupen realmente por su gente, la cual hace posible que las compañías crezcan y se mantengan con el correr de los años. Sería muy bueno y beneficioso que los empleados de diferentes empresas se despierten con ganas de ir a trabajar. Todo esto va a redundar no solo en el crecimiento de ésta, sino también en el del país.

Las excusas de las compañías para no aplicar planes que realmente beneficien a sus trabajadores son: la crisis, las inversiones que se están haciendo para poder crecer, la idea de que ese modelo no se aplica a una realidad como la nuestra, etc. Deseamos estas y tantas cosas más, pero… ¿realmente peleamos por ellas?

La pregunta es: ¿como consumidores, apoyamos realmente a las empresas de nuestro medio que aplican buenas prácticas, ya sea comprando lo que producen o utilizando un servicio que prestan? La respuesta es no. Como consumidores preferimos productos baratos y los que están de moda; no lo bueno. Esto porque lo bueno para Ud. puede ser pernicioso para el resto y no cree una relación justa entre la sociedad, economía y medio ambiente.

Ud. es un trabajador y un cliente a la vez. Mejorar la calidad de vida de muchas personas depende de Ud.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Tres señoras conversan

Dicen que se puede identificar en la calle al pesimista porque mira el suelo, al realista porque mira de frente y al optimista porque mira el cielo. O cuando ven el vaso medio vacío, a la mitad o medio lleno. Estos tipos de personas salen a dar su discurso (manera de pensar) en diferentes momentos del día de manera espontánea o frente a un hecho ocurrido.

Digamos que el pesimista es consciente de que la vida es dura y que la gente hace y deshace siempre pensando en su propio provecho, sin importar el daño que puedan propinarle a alguien. Para él la luz al final del túnel suena a un cuento de hadas. Cree que prácticamente nada ni nadie va a sacarlo de este estado, porque las cosas son así y hay que resignarse a vivir con eso aunque apriete. Es lo que hay.

La realidad es deforme y como todo es relativo, hay que tener los pies en tierra. Así piensa el realista. Para él, lo que hay es lo real, sus capacidades y limitaciones las tiene muy presentes. Imaginar, suponer, está bien de pronto, pero no se ajusta a lo que necesita. Los hechos valen más que las palabras, el pragmatismo es su filosofía de vida. Soñar es bonito solo cuando se duerme.

El optimista cree que un problema es una oportunidad. Puede caer en lo más profundo, pero como en la caja de Pandora, siempre encuentra esperanza al fondo. Trabaja para obtener lo mejor, dando su máximo esfuerzo. Mucha gente cree que es un ser de otro planeta o que vive en un estado continuo de éxtasis. Para él, al igual que Basadre, “el Perú es un problema, pero también una posibilidad”. La gente lo busca y lo necesita para cargarse de positivismo.

Cada una de estas doctrinas o estados habla a través de nosotros de manera frecuente a lo largo del día. Lo que siente o piensa se refleja en la manera de actuar de todos. Como nos vea el resto es el reflejo de cómo nos vemos a nosotros mismos. Escuche los discursos de las tres señoras mientras conversan (pesimista, realista y optimista) y saque sus propias conclusiones. ¿Con qué actitud quiere enfrentar el día a día? Ud. decide.

martes, 16 de noviembre de 2010

¿Me escucha?


La mayoría de personas escucha para responder, otros escuchan para entender. A lo largo del día tenemos oportunidades para entender y conocer el punto de vista de otra persona. Y es que como ya no hay tiempo para nada, lo que uno siente, sea bueno o malo, se tiene que cargar con ello sin poderlo expresar, debido a que no hay alguien que se preste a escuchar.

Un 22% de nuestra comunicación es escrita, 23% es hablada, 55% escuchada o percibida por la vista. El porcentaje de escuchar es mayor en teoría, pero ¿realmente escuchamos? Tal vez muy poco, y es que cuando alguien se propone sostener una conversación, a menudo uno de los interlocutores es ametrallado con palabras e ideas, cerrando la brecha para que la comunicación sea recíproca, volviéndola unilateral, en muchos casos sin que haya tiempo para preguntar lo que no se entiende, convirtiéndose así, en vez de una propuesta, en una agresión.

En una empresa un jefe que tiene apertura se preocupa por su personal dándose tiempo para escuchar sus sugerencias, inquietudes, demostrando no solo interés y consideración por el trabajador, sino también, generando un clima de confianza y respeto.

Ud. es importante, por lo tanto, es importante que pueda expresar lo que piensa y siente. Los psicólogos han aprendido a dominar la técnica de escuchar. En cada terapia lo primordial es que aflore lo que siente el paciente, vertiendo todo lo que siente frente al psicólogo que lo escucha.

Un proverbio chino dice que quien tiene el poder, puede crear y curar. Escuchando Ud., siendo jefe o el colaborador más humilde, puede curar la necesidad de una persona que requiere ser atendida, creando un ambiente de comprensión y tolerancia.

“Se necesita coraje para pararse y hablar. Pero mucho más para sentarse y escuchar".                                                                   
                                                                                           Winston Churchill          

martes, 9 de noviembre de 2010

Decisiones todas cuentan


El hombre es un animal político. Afirmamos ello porque vivimos en ciudades (polis) y como ciudadanos tomamos decisiones para conseguir objetivos personales y grupales. Si elegimos resolver diferentes situaciones en la vida ya sea a nivel, laboral, familiar y sentimental, requerimos tomar una decisión.
Entonces, la decisión es la que nos hace actuar frente a una determinada situación, sea esta acertada o no. Y es que una decisión no nos garantiza certezas, solo nos invita a actuar. Las certezas se dan con la experiencia, gracias a ella podemos tomar consciencia de lo que asumimos, y  prepararnos a la hora de tomar una decisión.
Muchas veces damos vueltas a las ideas antes de decidir y cuando las ideas se repiensan pierden su originalidad y valor. Por lo general se toman las decisiones primero y luego se busca información que la respalde. Por ejemplo: quiero estudiar una maestría en negocios internacionales (estoy decidiendo), necesito informarme cuál es el syllabus, el costo y si realmente me ayudará en mi crecimiento profesional. O al revés, si decido mejorar mi nivel profesional, necesito saber cómo puedo hacerlo, ya sea estudiando una maestría o capacitándome en algún tema. Como verá, todo parte de la decisión.
Como seres humanos somos complejos, tendemos a la duda y es que son tantas las cosas que debemos decidir a diario, que a veces la responsabilidad nos abruma y no somos inmunes a caer en la ‘decidofobia’, que es el miedo a tomar decisiones erradas.
Decidir marca la pauta de nuestras vidas. Una decisión puede ser el primer paso para cambiar nuestras vidas.
Nacimos como decidimos: solos.

martes, 2 de noviembre de 2010

Rachas


Entendemos por rachas a un período corto de buena o mala suerte. Cuando son buenas nos sentimos imparables, eufóricos, con ganas de más y seguir ese camino en el que los logros no dejan de caernos de todas partes. Cuando son negativas, un vendaval de malos ratos asola sin descanso y hasta llegamos a creer que nuestra sombra complota contra nosotros.

Tanto el bienestar y la desgracia hay que tomarlos con calma, porque como dice la sabiduría popular: “la debilidad no es permanente, no hay que abatirse. La fuerza no es permanente, no hay que confiarse”. Cuánto daríamos por tener una racha positiva larga, muchas veces decimos. Pues bien, las rachas no vienen o se van como cuando se juega a los dados.

Impases podemos tener a diario. Encontrarle un ángulo distinto para poder entender lo que pasa puede ayudar mucho. A veces pensamos que es más fácil romper el cemento sobre el que caminamos que una mala racha. Al contrario, es más fácil romper una mala actitud que el cemento con sus propias manos, y es que el pesimismo acorta nuestra visión en la búsqueda de soluciones.

Según Rosabeth Moss Kanter, profesora de Harvard y ex editora del Harvard Business Review, las personas trabajan con dos círculos:

• El círculo virtuoso llega a cada reto cargado de energía y alimentándose de cada logro y, por lo mismo, hace más sencillo el logro que sigue. El resultado: más confianza.

• El círculo vicioso llega a cada reto cargado de energía negativa y alimentándose de cada fracaso y, por ello, hace más sencillo el próximo fracaso. El resultado: menos confianza.

Definitivamente, a todos nos conviene desarrollar el círculo positivo. Entonces, si se le presenta una dificultad, sea honesto y plantee superarla de una manera realista. Enfréntela con valor, no se desanime y busque apoyo para poder enfrentarla.
¡Éxitos!

viernes, 29 de octubre de 2010

Virus todo terreno… la envidia

Yo deseo, tú deseas, ellos desean, aquellos también desean; algo que no tenemos. Y es que muchas veces, en vez de trabajar para obtener lo que deseamos, envidiamos. Nadie ha estado libre de este sentimiento. Es más, en este momento que redacto estas líneas envidio a un amigo que se ha ido a vacacionar al norte en búsqueda de playa, arena y sol.

La falta de autoestima nos convierte en personas envidiosas; cuando nos sentimos menos frente a otras personas, principalmente, cuando creemos que la felicidad de otra persona es la meta que debemos alcanzar para sentirnos bien. En ese momento estamos atravesando un cuadro de envidia.

La admiración es mejor que la envidia, definitivamente. Al admirar apreciamos las cualidades de una persona o, mejor dicho, cómo esa persona utilizó sus cualidades para lograr algo. Personas admirables hay en todos lados y sus vidas son libros abiertos, si queremos aprender de ellas.

Al  igual que el colesterol, que tiene una versión benigna y otra maligna, hay una envidia positiva y otra negativa. La positiva me motiva a alcanzar de pronto lo que otra persona tiene, sacando lo mejor de mí y aprendiendo durante el proceso. Mientras que la envidia negativa no me motiva a nada, más que sentarme y auto compadecerme por no tener tal o cual cosa para llegar a algo. Lo que se llega a alcanzar en este caso es un manojo de pretextos.

Pretextos hay para todas las edades y gustos; es más, muchos poseen maestrías y doctorados en este rubro, en el que la falta de voluntad y constancia no son requisitos para alcanzar el máximo nivel de pobreza personal. Lo cierto es que el que quiere puede, ya sea hacer o no hacer nada.

El virus de la envidia ha sido inoculado en todos, o sea, todos somos potencialmente envidiosos. Para combatirla, los doctores  prescriben una dosis diaria de actitud, una de constancia y otra de sencillez.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Don Pésimo


Cuando prendemos la TV, hojeamos un diario, escuchamos la radio camino al trabajo o ingresamos a internet, una avalancha de noticias negativas se nos viene encima, y es que esta información constituye un 85% de los contenidos. Es decir, es noticioso y vende más lo peor que aflora de la naturaleza humana.
Es por ello que muchas personas en pos de salvaguardar su salud mental y emocional, prefieren ser indiferentes a estas informaciones simplemente no escuchándolas o leyéndolas. Hay otras que las leen y escuchan sacando sus propias conclusiones sin que éstas las afecten. Otro grupo, las consume tomándolas como un referente frente a lo que les ocurre.
Muchas personas, aparte de los medios, nos hacen hincapié al recordarnos que vivimos en el peor de los mundos, destilando en sus discursos: frustración, negatividad, miedo, conformismo; dando por esquivo el bienestar como meta y derecho al que todos podemos aspirar.
Si los resultados no se dan todo el tiempo, no creo que todos los factores externos comploten responsablemente siempre contra nosotros. Es nuestra actitud, nuestros pensamientos los que nos hacen complotar contra nosotros mismos. La persona (que en latín quiere decir actor o máscara) se puede poner una careta a diario, que lo ayude a justificar su falta de voluntad y su pobre desempeño para conseguir los resultados que se plantea en un comienzo.
Todos tenemos a un ‘don Pésimo’ en el trabajo, en casa, en el grupo de amigos y hasta dentro de nosotros mismos. Hace un tiempo una amiga me dijo que la verdad construye y que los pensamientos crean realidades. Hagamos que nuestra mente cree pensamientos positivos. Lo que suceda o no, depende siempre de nosotros. 
“La peor desgracia que le puede suceder a un hombre es pensar mal de sí mismo”. 

jueves, 21 de octubre de 2010

Tendiendo puentes

En una de las paredes del nido donde estudia mi sobrina hay un cuadrito bastante simpático que dice: “Es mejor tender puentes que levantar muros”. Esta me parece una afirmación muy cierta. Cuántas veces levantamos muros de indiferencia, de miedo, y de egoísmo para no ver lo que hay alrededor solo porque nos parece diferente; y detrás del muro en el que estoy justifico las razones del porqué me encuentro aislado.
En una empresa pasa lo mismo. Desde el empleado de menor jerarquía hasta el jefe, se levantan muros bien fortificados para que no les afecte lo que les resulta molesto de los demás. Cada día le dedican un tiempo para reforzar ese muro con prejuicios y así se suceden los días, se aíslan pese a tener diversos canales para comunicarse, que van desde los tecnológicos, los designados (Área de Recursos Humanos) y los personales.
Las empresas invierten en realizar eventos varias veces al año para integrar al personal. Pero después de la fiesta, la camaradería desaparece y todo vuelve a su curso. La pregunta es ¿por qué?
Tanto para los jefes y empleados, los canales de comunicación son importantes, pero no son aprovechados. Los utilizan solo para dar órdenes y enviar y recibir información ¿dónde quedó la comunicación? Lo que pienso es necesario trasmitirlo, de igual manera, que sea recibido lo que trasmito. Muchas veces se cumple esto solo como una formalidad, dejando de lado lo que es realmente importante: interpretar la inquietud del que transmite.       
Tratamos de ser indiferentes, como ya indicamos, por el prejuicio. Hagamos un alto, muchas veces lo que nos disgusta de tal o cual persona, créalo o no, es un defecto propio  que está en esa persona agrandado. A veces creemos que nuestras diferencias son abismales, pero si observamos detenidamente con tolerancia, podemos encontrar más semejanzas que diferencias.
Lo que no nace no crece. Hagamos un esfuerzo por derribar nuestros muros mentales callando de a pocos al prejuicio, escuchando, respetando, compartiendo; tendiendo puentes.

jueves, 14 de octubre de 2010

El séptimo sentido


Nacemos con cinco sentidos básicos, con ellos descubrimos el mundo y nos ayudan a subsistir durante nuestra estancia en la tierra. Un sexto sentido se va ir desarrollando conforme vamos madurando, él nos va ayudar a tomar decisiones y valorar qué y cómo hacemos las cosas: el sentido común. Hay un séptimo, imprescindible y que ayuda a que nuestro estado de ánimo sea bueno para enfrentar el día a día: el sentido del humor.
Estudios revelan que los adultos por lo menos ríen 15 veces al día y eso es una buena noticia para nuestra salud. Neruda decía: “La risa es el lenguaje del alma”. Y es que además de expresar mucho y preñar de esperanza es contagiosa. La risa no está peleada con la seriedad, es más es un gran antídoto contra la presión el pesimismo y hasta nos permite ver la vida desde el punto de vista distinto.
La actitud positiva está relacionada con el sentido del humor. Si uno aprende a aceptar sus limitaciones, riéndose de sus propios errores, primero está haciendo una catarsis, y segundo está contagiando optimismo a la(s) persona(s) que tiene cerca. “Se ha comprobado que el sentido del humor no sólo mejora las relaciones entre los empleados, sino también, impulsa el trabajo de equipo, aumenta la productividad y contribuye a la creatividad”, afirma Laura Rojas-Marcos, psicóloga y conferenciante de Thinking Heads.
El sentido del humor es necesario y muy apreciado, sin embargo, existe una línea muy delgada entre éste y la falta de respeto. Cuando la gracia se convierte en burla es pernicioso, generando malestar en quien lo recibe. Quien recurre a la burla trata de sentirse mejor, recuperando su autoestima a costa de rebajar a otra persona.
Enfrentemos el día a día con una actitud positiva, regalémonos risa y buena onda. Esto nos abrirá muchas puertas. Una sonrisa fresca y sincera es nuestra mejor carta de presentación en un mundo intolerante, en el que muchas veces no hay una segunda oportunidad para una primera impresión.
(Imagen: David Rosales)

miércoles, 13 de octubre de 2010

Coexistiendo con el stress

Es un estado, una consecuencia, un inquilino bastante democrático y generoso (ya que se da a todo ser vivo por igual). Bautizado como el mal del siglo y estudiado desde 1926, sigue mostrándose incansable e implacable, nutriéndose cual parásito. Evocarlo a diario, es harto común: stress.
Con la mejor intensión de no estresarlo, y solidarizarme con Ud.  a lo largo de estas líneas, a la que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), considera como “una enfermedad peligrosa para las economías industrializadas y en vías de desarrollo, que perjudica la producción al afectar la salud física y mental de los trabajadores”, le dejamos algunas sugerencias para afrontarlo día a día.
• Delibere por dónde va a empezar, están  las tareas importantes, las urgentes y las inmediatas. Comience por las que califiquen en esta última categoría, organice su calendario y las metas que debe obtener, pero no intente abordar muchas cosas a la vez. No se sobrexija y si puede, delegue o pida ayuda en los temas que puedan ser trabajados por un tercero.
• Por otro lado, es importante que aprenda a manejar su horario y dividir el día. Tómese unos minutos de descanso para respirar y mover brazos y piernas. Si trabaja la mayor parte del tiempo sentado, deje algunos intervalos para ir por un café, un vaso con agua o algún snack que te le ayudarán a mejorar la concentración y el rendimiento.
• Siempre es bueno distraerse,  intente realizar actividades fuera del horario de oficina, haga deporte, júntese con amigos o busque alternativas que lo saquen de la rutina y del exceso de trabajo.
Estas medidas pueden ayudar a prevenir el estrés. Resulta de vital importancia manejar y controlar a tiempo los primeros síntomas de esta patología, como la irritabilidad, ansiedad, insomnio, dolores de cabeza, entre otros, a fin de evitar severos daños tanto físicos como psicológicos.

jueves, 7 de octubre de 2010

Bajo el viernes…

El archienemigo al que casi nadie quiere ver, pero se tiene que enfrentar cada comienzo de semana es el lunes. Los lunes son lunes para todos, con Sol, neblina, lluvia, tráfico, preocupaciones, promesas de cambio(dietas, trabajar más duro, dejar el cigarrillo, hacer deporte, etc.).
Salimos al ruedo y los problemas y otros asuntos por resolver nos dan la bienvenida a lo largo del día. Las responsabilidades en el trabajo hacen cola y demandan atención preferencial. Una sonrisa, se acuerda, tiene el poder de suavizar las tensiones.
Y son 8, 9, 10 horas las que nos atacan sin tregua, y así se sucederán los días, con los que iremos agarrando ritmo. Con optimismo se podrá ver la cercanía del viernes, el día más codiciado de la semana para la población económicamente activa que labora hasta ese día.
Cerca al viernes hacemos planes para relajarnos, almuerzos, cenas especiales, reuniones con los amigos, la familia, paseos, deportes, etc., con vista al fin de semana que espera amigablemente todos nuestros deseos, por ambiciosos o modestos que sean. La falda, la corbata y la neurosis dejarán de apretar responsablemente. Es viernes y todo puede pasar.
Pero, ¿por qué esperar hasta el viernes? El estrés no se baja en ese paradero exclusivamente. Puede bajarse, si lo invito, un lunes, martes, miércoles o jueves. Rompamos la semana y la rutina que arruina. Desajustémonos la corbata, cambiemos los tacos por un calzado más cómodo.
Sal a caminar por lugares bonitos, conversa con los amigos, haz deporte, escucha la música que te gusta, despierta a tus hobbies que no están de vacaciones, sino que están ahí para disfrutar contigo. No pongas de excusa el dinero, que puedes pasarla bien sin gastar una moneda. No pongas de pretexto al tiempo, que hay tiempo para todo. No pongas de pretexto los problemas, si lo que quieres es realmente sentirte bien.
Bajo el lunes…

miércoles, 6 de octubre de 2010

Mi tiempo.yo


El tiempo es un recurso no renovable. “Es una cuenta que nos abren al momento de nacer y que cada 60 segundos le hacemos un retiro de un minuto, sin derecho a depósito. Además no sabemos cuánto trae la cuenta”, manifiesta Diana Fontanez, asesora de marketing.
Cuando más dinero generamos, más gastos se vienen a la vista, más cuentas que pagar, más productos o servicios que no necesitamos. Al final la tan esperada prosperidad llega pero con cláusulas de letras chiquitas que terminan estafándonos, quitándonos nuestro bien más preciado: nuestro tiempo.
Nuestro tiempo es importante sencillamente porque es nuestro. Es el capital más importante que tenemos porque con él podemos hacer lo que realmente deseamos. Pero… ¿realmente sabemos invertir nuestro tiempo a corto, mediano y largo plazo?, ¿hacemos las operaciones necesarias para obtener el mayor provecho?, ¿con cuánta efectividad y eficiencia? La respuesta la tiene Ud. mismo.
Pues bien, siempre hay tiempo para replantearse las cosas. Si lo que quiere Ud. es aprovechar su tiempo, defina sus objetivos (qué quiere hacer, cómo lo va a realizar, en cuánto tiempo, etc.); sistematice (busque que su inversión de tiempo sea más eficiente); establezca prioridades (no todo es importante, hay cosas que son más trascendentes); emprenda (materialice sus ideas).
El tiempo vale más que el dinero, y es que se trata del capital más grande que poseemos y usamos a diario. De nosotros depende usarlo a nuestro favor o en contra.
Curioso elemento el tiempo.



martes, 5 de octubre de 2010

¿Soy exitoso?

Cada uno tiene su definición de éxito. De seguro que Ud., amigo lector, también la tiene. Yo poseo una sencilla definición y se la voy a decir más adelante.
El término “éxito” viene del latín exitus, que significa “resultado”. Posteriormente, en el siglo XVIII, esa palabra equivalía a “préstamo”.
Hoy ser exitoso depende del  valor que uno mismo le atribuye a esa palabra. Es ir tras lo que uno desea alcanzar, pudiendo obtener un resultado favorable. Se puede tener éxito generando daño también. Mao Tse-tung así lo decía, por ejemplo. Por ello digo que se trata de algo relativo, pues es, más que nada, una experiencia personal.
Los estándares de éxito hacen que muchas personas se presionen demasiado, concibiendo sus vidas vacías y sin sentido si no logran alcanzar dichas metas. La frustración es la consecuencia de una concepción exagerada que ha sido manipulada desde la cultura del consumo y su seductor lenguaje subliminal que nos hace desear cada vez más. 
Es por ello que al éxito se le asocia con lo material, con el lujo y el confort; en lo laboral, con la posición jerárquica; y en lo académico, con los títulos y grados obtenidos. En suma, lo que vendría a ser el status, que no asegura la felicidad.
La única persona calificada y autorizada para calificar el éxito es uno mismo. Es posible que guardar un equilibrio en el plano personal y social nos acerque a disfrutar y entender realmente lo que hacemos. Ahora, ¿qué es para mí una persona exitosa? Es quien disfruta lo que hace y lo hace bien.

lunes, 4 de octubre de 2010

Mea culpa

Equivocarse es normal, necesario y positivo. Gracias a las errores evolucionamos. Entonces, si equivocarnos es tan bueno, ¿por qué nos cuesta tanto aceptarlo?
Muchas veces se cree que aceptar un desliz es sinónimo de debilidad, que humilla. Pues bien, se debe tener en cuenta que nadie es infalible. Yo, que estoy escribiendo este artículo, puedo cometer una equivocación involuntaria. Así, que le ofrezco mis disculpas de antemano.
Un error es un desacierto, una equivocación de una acción determinada. Según el Dr. Renny Yagosesky director del Centro Integral de la Transformación y de la Organización Psicotec, los factores más frecuentes que producen un desacierto son:
La falta de información.
La actitud mental negativa.
La ineptitud de la ejecución.
Y como nunca se tiene toda la información, como no siempre nos sentimos bien, es improbable hacer todo a la perfección. Es normal que nos hayamos equivocado tantas veces, que ya hemos perdido la cuenta.
La mayoría de errores felizmente tienen remedio, y es que podemos corregirlos aprendiendo de ellos. Las equivocaciones muchas veces agilizan el proceso de aprendizaje. Nadie nació sabiendo y moriremos desconociendo un millón de cosas.
Reconocer nuestras faltas habla bien de nosotros, mientras que negarlas es aparentar que nada ocurrió. La negación demuestra un bajo nivel de autoestima. Evadir la equivocación es huir de ella para no afrontar las consecuencias, por lo tanto, no vamos a ser personas confiables, pues constantemente nos estaremos escudando en pretextos y justificaciones para no sentirnos vulnerables.
Un error no le gusta cometerlo a nadie, pero aceptarlo es bueno para quien lo comete y para el agraviado. Esto debe ser seguido de una disculpa.
Hay tres pasos para disculparse cuando se comete una equivocación: disculparse (valga la redundancia), asumir el error y preguntar cómo remediarlo. Si no cometemos deslices, no aprendemos; y si no aceptamos nuestros errores, no crecemos.
“Me gustan mis errores. No quiero renunciar a la deliciosa libertad de equivocarme”. Charles Chaplin.